A veces cuando escribimos no nos damos cuenta que utilizamos los sentidos y no sólo de manera literal ya que son muchas las sensaciones que nos asaltan como escritores, ponemos nuestro sentir al plasmar la historia que queremos compartir y por ende hacer que el lector sienta lo que nosotros sentimos, o sea transmitir ese sentimiento. ¿Amor? ¿Tristeza? ¿Enojo? ¿Impotencia? Todo estado de ánimo es bueno y siempre he dicho que no escribas sólo cuando estás feliz o inspirado no sólo porque te saldrá lo poético sino porque hasta puede ser “inverosímil” en cambio cuando plasmas tu sentir del momento es cuando realmente puedes escribir algo con sentimiento pero este artículo no se basa en “el sentir” al momento de escribir sino en “los sentidos” que utilizamos o que las letras nos hacen utilizar desde el momento que le damos forma a una frase. Para el ser humano y según la ciencia los sentidos son: ver, tocar, oír, gustar y oler o sea, vista, tacto, oído, gusto y olfato. ¿Se utilizan en las letras? Claro que sí, a veces no somos conscientes pero sí como digo, al momento de la composición de una frase. Este artículo no es para autores con experiencia sino para quienes están comenzando a despertar en este mundo de letras y desean conocer más, así que aquí lo comparto de una manera sencilla que pueda entenderse.
Vista
Al percibir las imágenes de
algún objeto, personas o animales a nuestro alrededor lo hacemos por el sentido
de la vista, la sensación visual se
expresa de diferentes maneras, puedes ver
pasar el camión o también ves el
vestido en la tienda cuando pasas frente a ella. Mirar significa algo diferente, observa los ejemplos:
“Miré a lo lejos que el tren de interminables vagones estaba
llegando, el momento de verlo por fin
se acercaba”
Nótese que esta frase dice “miré” al principio y luego “verlo” al final y no es que sólo se
trata de “sinónimos” sino que aunque el significado sea casi igual, no lo es y
esas son las observaciones que tenemos que tener en cuenta al momento de
dejarnos llevar por la narrativa y los sentidos que ya conocemos.
Pongamos de ejemplo estos
verbos similares pero con distinto significado:
Ver – Mirar – Contemplar – Divisar – Observar –
Distinguir
Junto a algunos adjetivos:
Tierna – Furiosa – Vivaz – Penetrante – Sincera –
Amarga
Y agreguémosle algunas “formas”
de mirar:
De reojo – Con insistencia – Disimuladamente – Con
desprecio
¿Se dan cuenta que utilizamos
el sentido de la vista a través de los personajes y de las frases? No importa
si es primera o tercera persona, el sentido es el mismo. En el ejemplo anterior
la persona miró el tren y el que dijera “interminables vagones” le hizo observar la longitud del mismo, a quien esperaba ver es otro asunto aunque
llegara en el tren. Mira otros ejemplos:
“La veía de
reojo fingiendo leer el periódico, no podía disimular su interés, su mirada penetrante sobre ella podía
llevar a obsesionarlo.”
“Bajó la cabeza pero alzó la vista por encima de sus lentes, volver a verla no estaba de más, al contrario, con disimulo estaba deleitándose.”
“Esa mirada de
desprecio jamás iba a olvidarla, me había marcado, ya nada sería igual”
Si no tienes claro qué escribir
y te peleas con los verbos, los adjetivos y hasta las formas te aconsejo
ayudarte de un diccionario normal y otro de sinónimos y antónimos porque aunque
a simple vista las palabras “sean iguales” o creas que “significan lo mismo” no
es así y para darle el sentido que quieres a tu historia es necesario que sepas
muy bien las palabras que quieres plasmar y transmitir.
Ver: es el que a simple vista percibas lo que tienes
enfrente o a tu alrededor.
“Vi que la cama estaba intacta, era obvio que no había llegado a
dormir.”
“Ella vio que a su izquierda en una mesa redonda estaba un jarrón con
orquídeas y encima de ellas en la pared, una hermosa pintura de bosques con
montañas”
Mirar: es que con atención fijes tu vista en algo o
alguien.
“Miré que la carta estaba escrita por su puño y letra, la forma de
la caligrafía era inconfundible, era él no había duda.”
“Ella se detuvo a mirarlo mientras él cargaba las maletas
en la cajuela, era un hombre muy atractivo, las facciones de su cara y forma de
su cuerpo no pasaban desapercibidas.”
Contemplar: es que tu mente (no sólo la vista) ocupe
la atención del momento.
“Mi gusto era contemplar esa montaña cada vez que
salía al pórtico, sus distintos tonos de verde, sus minúsculas veredas y hasta
la caída de agua parecía saludarme cada vez que me sentaba en esa mecedora, el
atardecer en ese panorama era sencillamente inigualable.”
“Le gustaba mucho contemplar a los niños mientras jugaban
y corrían por los jardines, podía pasar horas observándolos sin cansarse o quitarles su atención, de verdad
resultó ser una excelente nana.”
Tacto
Todo lo que se percibe por el
tacto se le dice “sensaciones táctiles”
y eso sirve para que podamos conocer nos sólo la temperatura de algún objeto sino también su consistencia, grosor, tamaño
o forma, como también su textura.
Cuando una persona no vidente
carece de uno de los sentidos más importantes entonces recurre al tacto para su
conocimiento de las cosas y aun teniendo el individuo la vista de igual forma
se ayuda del mismo para saber más allá de lo que sus ojos ven. Cuando tocamos
alguna fruta para saber si está verde o madura, cuando tocamos determinado tipo
de tela o cualquier superficie lo que hacemos no sólo es tocar sino “palpar” y así podemos saber si es: rugosa, dura, suave, blanda, etc… de
esta manera nos ayudamos de los adjetivos para calificar el objeto en mención.
“La seda en los cojines era una completa delicia”
Aquí sabemos que el sentir la suavidad de la tela era un deleite.
“El mango estaba tan maduro que ni siquiera se pudo
cortar”
Aquí nos damos cuenta que la
textura de la fruta estaba demasiado blanda.
Otros ejemplos que nos ayudan a
imaginar:
“La piel del reptil es
demasiado áspera”
“El resultado del experimento
quedó viscoso”
“El bistec salió bastante duro”
“El agua estaba demasiado fría”
Lo que se puede tocar se llama
“tocable o palpable o tangible” y a lo que no, es lo contrario y se le dice
“intocable, intangible, impalpable”
“Extendí mis manos al llegar a
la cima, el viento refrescaba, sentía que podía tocar ese viento y atraparlo pero no, él sólo rozaba mi piel, él
era intocable pero la sensación
placentera”
Oído
Al utilizar el oído, utilizamos
uno de los sentidos más importante al momento de escribir, ¿por qué? No sólo
porque leemos en voz alta escuchando el ritmo de nuestra historia sino por las
reglas gramaticales que sirven al pronunciar correctamente los sonidos y nos da el tono de la palabra.
Diptongos – Triptongos – Hiatos
– Sílabas – Tónicas – Atonas – Agudas –
Esdrújulas - Sobreesdrújulas – Tilde –Tilde o acento diacrítico.
Sólo por decir algunas. Las “sensaciones auditivas” nos hacen
escuchar muchos de los adjetivos que necesitamos al momento de describir algo y
así medir el nivel de lo que estamos escuchando o queremos que el lector
interprete.
Los sonidos pueden ser: secos, graves, agudos, estridentes,
armoniosos, roncos etc…
“Su voz autoritaria al golpear el escritorio me hizo brincar”
“Escuchar su voz ronca era inquietante”
“El sonido armonioso de la flauta me daba paz”
“La ambulancia con sirena estridente que pasó por la calle me
asustó mucho”
Al oír percibimos de inmediato
todos los sonidos a nuestro alrededor, sean agradables como la música de piano o sea chocante como el insistente ladrido de un enorme perro. Pero hay
una diferencia entre “oír” y “escuchar” al oír cualquier sonido lo hacemos porque es parte de nuestro entorno
y lo que nos rodea como el repique de las campanas de una iglesia, la sirena de
una patrulla que pasa, el ladrido de los perros y el escuchar es hacerlo con más atención, como la canción que quieres
aprenderte, las notas de la guitarra que estás aprendiendo a tocar o
simplemente la clase que el maestro está exponiendo porque quieres aplicarte en
la misma.
“Oí que estaba de visita pero eso no me consta”
“Mientras unos se morían del
sueño cuando el sacerdote hablaba, él atento escuchaba cada palabra mientras éste leía las cartas de San Pablo y
sus exhortaciones”
“Lo dicho por su madre la tenía
furiosa, había escuchado sus
palabras cuando harta por la situación humilló a su novio frente a todos, eso
no iba a olvidarlo”
Gusto
Las “sensaciones gustativas” sirven para darnos a conocer el sabor de las cosas, cuando comemos algo
y nos resulta agradable podemos “saborearnos” pero cuando no, podemos
hacer mil caras demostrando el desagrado
que nos provocó y de esta manera también nos
ayudamos de los adjetivos para calificar los sabores que sentimos.
“La mermelada estaba demasiado dulce”
“El jugo de limón quedó muy ácido”
“La masa está salada”
A las cosas que no tienen
ningún sabor se les llama “insípido”
Pero el gusto no sólo se limita
a sabores “gastronómicos” sino también a formas de decir o comparar, en otras
palabras a una manera de “alusión o referencia”
“El sonido de su voz era muy dulce y parecía hipnotizar”
“El tipo tiene un carácter tan agrio que no sé cómo se aguanta él
mismo”
“La familia está pasando una
experiencia amarga y necesitan mucho
apoyo”
El primer ejemplo hace referencia
a lo agradable que es escuchar la
voz de esa persona, el segundo muestra el desagrado
que le resulta el modo de esa persona y el tercero muestra el momento de disgusto o tristeza que está pasando la
familia.
Muchas veces al escribir debemos recurrir a
recetarios o informarnos sobre restaurantes, el simple hecho de mencionar cosas
como vinos, chocolates, tartas, ensaladas puede hacer saborear al lector e
incluso provocarle algún antojo o por el contrario, provocar náuseas si por
ejemplo hablas de un vampiro y describes el sabor de la sangre o de algún zombi
arrancándole a alguien el pedazo de carne o comiéndole el cerebro, es cuestión
de jugar con la narrativa e imaginación para llegar a despertar los sentidos.
Olfato
Las “sensaciones olfativas” nos ayudan a percibir los diferentes
olores, sean gratos o no. El sentido del olfato es algo que puede despertar en
nosotros múltiples cosas, al oler
algo agradable como un perfume o una flor decimos que es “oloroso/a o aromático/a” y cuando es todo lo contrario decimos que
hiede o apesta, incluso cuando es muy, muy mal el olor entonces es “fétido” Uno de los libros que más puede
despertarnos este sentido al leer e imaginar debido a su narrativa es “El
Perfume” de Patrick
Süskind.
A través del ambiente sentimos
el buen y mal olor, si pasamos por un restaurante sentimos el aroma de la
comida y deducimos que es deliciosa, lo cual es un buen olor que nos provoca
hambre, en cambio cuando pasamos por algún basurero el mal olor es tan insoportable
que incluso puede provocar náuseas. Como adjetivos también decimos que la rosa
despide un aroma suave, que el pan
emana un aroma dulce o que el
olor de la
gasolina es fuerte.
Lo cierto es que todos los
sentidos están conectados y son de vital importancia para el ser humano, al oír lo que pasa a nuestro alrededor
también puede activar los demás sentidos, si miramos algo nos puede gustar o dar asco, en consecuencia podemos tocarlo o evitar hacerlo y si hay algún
olor de por medio nos puede parecer
placentero o querer devolver el estómago, lo que hace reaccionar al gusto por sucumbir al antojo o
simplemente querer vomitar.
¿Te das cuenta del poder de los
sentidos? ¿Te habías detenido a pensar en ellos? ¿Con cuánta intensidad los pones
en práctica en tus escritos? Espero que este artículo te haya servido.
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