No se trata de jugar a formar
palabras con cubos o con el Scrabble ni cantar y repetir las canciones del
abecedario y las vocales que aprendimos en la escuela o que como maestros y
tutores le hemos repetido a nuestros alumnos desde el kínder. Quienes nos
dedicamos a esta profesión, carrera u oficio de la escritura sabemos que
estamos expuestos a todo desde el momento en que hacemos público un simple
párrafo. Decirse ser escritor es como estar en la mira de todo el mundo pues
obvio lo que más se nota es tu ortografía y la manera en
la que escribes. Quienes han cursado una carrera universitaria y más diciéndose
que han estudiado letras tienen muchas más posibilidades a tener menos críticas
en el ámbito editorial o de redacción, los primeros refiriéndose a quienes han
estudiado literatura y corrección y los segundos siendo específicamente
periodistas. Tener o dedicarse a una profesión como el escribir conlleva estar
al tanto de todos los cambios que se pueden dar en torno a la gramática de la
lengua española o castellana, es como ser médico, músico o ingeniero, no se termina de estudiar porque siempre hay
cosas nuevas que aprender y ponerlas en práctica, quedarse estancado es
imposible, ni siquiera una opción, el deber es avanzar, estar al día,
actualizado y por ende, innovar.
Se dice que si decides ser
escritor es porque llevas años leyendo literatura y poniendo en práctica lo que
has aprendido, vas a reflejar un estilo según tu gusto por las letras y obvio
no tendrás problemas en la ortografía y gramática sin contar con la imaginación
que debes tener para crear una historia. ¿Pero qué pasa cuando por ejemplo a la
RAE le da por decir esto sí y esto ya
no en cuanto a las palabras que ya
conocías? No es que esté desactualizada sino que son cosas que de verdad marean
y que para colmo a uno le vienen a perturbar a lo que cómodamente uno se ha
acostumbrado. ¿Qué son los libros? No son más que un puñado de artículos,
sustantivos, verbos, sujetos, núcleos, predicados, adjetivos, adverbios,
pronombres, preposiciones, acompañados de comas, puntos, comillas, guiones y
hasta números. Palabras que pueden estar en modo determinado o indeterminado,
en neutro o contracción, en masculino o femenino, en singular o en plural, sea propio,
común, simple o compuesto, sea derivado, aumentativo o diminutivo, despectivo o
gentilicio, regular e irregular, prefijo y sufijo, interrogativo, exclamativo,
calificativo, demostrativo, numeral, posesivo, determinativo, sea transitivo, intransitivo
o ditransitivos, sea infinitivo, participio o gerundio, indicativo, subjuntivo
o imperativo, en presente, pasado o futuro, pretérito perfecto, imperfecto o
pluscuamperfecto, de modos, tiempos y lugar, de grados y cantidad, de
relativos, orden y afirmación, coordinantes, subordinantes y mejor ni le sigo a
las copulativas porque no faltará quien piense ya otra cosa, marea todo lo que
expuse ¿no es así? Un libro es esto pero expuesto de otra manera, no se puede
escribir nada sin lo antes mencionado, son las reglas.
Sabemos que la médula espinal de un libro (o de su autor) es la
ortografía, la gramática, la sintaxis y su estilo o tono de narración. Los
que somos noveles y no tenemos editores nos tenemos que poner pilas con este
tipo de cosas, (aunque el estilo y tono ya es cosa de cada autor) todos
cometemos errores, todos confundimos palabras, sabemos la catástrofe que puede
causar el poner o quitar una sola letra, necesitamos corregirnos, necesitamos
todo tipo de ayuda, necesitamos estar al día, seguir estudiando, seguir
aprendiendo y como dije poner en práctica lo aprendido. Siempre he dicho que
los editores y correctores son algo así como el hada madrina, tú te presentas
como la Cenicienta pero no puedes ir al baile en harapos y llena de ceniza, así
que debes pasar por “su magia” para presentarte como una princesa y que todos
en el castillo te vean con el mejor vestido, con tu mejor apariencia pero como
el cuento… recordemos que es sólo magia y es el príncipe quien tiene que ver
más allá de esa joven desconocida, de esa sirvienta, sucia y harapienta que es
a la única a la que le queda la zapatilla y que siendo como es, (sin aparentar
nada) es cómo lo va a conquistar realmente. ¿Qué quiero decir con esta
metáfora? Sin que nadie se ofenda, presentar un libro que ha pasado por un
editor/corrector o como le quieran llamar es algo así como saludar con sombrero
ajeno, aunque sea tu historia reconoce que ni siquiera está ahí el 50% de lo
que realmente escribiste (cómo lo escribiste, vale aclarar) porque te han
editado aquí y allá, quitado esto y puesto aquello para tan, tan, la obra
llegue al baile con una apariencia que no ha sido la original. No se trata sólo
de poner o quitar acentos, puntos y comas sino muchas veces de sustituir una
palabra por otra y cambiar el orden de determinada oración para que la frase
suene mejor, (un editor o corrector no cambia tu historia solamente se limita a
editar/corregir, la historia sigue siendo del autor pero un porcentaje de la
ortografía y gramática no) No soy experta en el tema pero sé cómo trabajan y
cómo se dedican a corregir, es un proceso que lleva tiempo y cuidado, no sólo
es tachar X letra del manuscrito como dije, en su deber también está asesorar
al escritor y hasta trabajar a la par (en algunos casos) e inclusive se compara
el borrador original con el nuevo y obvio la diferencia debe ser grande, es por
eso que las grandes editoriales tardan hasta un año en sacar un título porque
este no es ni siquiera un trabajo de meses dependiendo del número de páginas,
tal vez a lo mucho seis u ocho si van a ritmo promedio porque a la Cenicienta
no sólo hay que vestirla con sus mejores galas, hay que bañarla, hacerle
manicure y pedicure, perfumarla, maquillarla y peinarla y obvio todo eso lleva
tiempo.
Bueno no he venido a enfocarme
en el trabajo de un editor/corrector que merece sus aplausos por presentar al
mundo algo que se pueda leer sino que vengo a hablar de la ortografía y la
gramática y lo que se ha cambiado y que nos tiene mareados. Obvio esto no es
novedad, los cambios no los hicieron ayer,
como dije yo lo sé ¿Por qué entonces sigo escribiendo así? Porque así me
da mi real gana y no, no es una falta de respeto sino que tengo muy arraigado
el conocimiento de años atrás, atesoro mucho mis libros de español de más de
veintitantos años, mis diccionarios y libros de lectura, seguiré escribiendo “sexy” porque “sexi” no me gusta como se ve, es cuestión de estética, (pienso que
si usamos palabras en inglés dentro del español deben conservarse como tal en
su idioma o viceversa) seguiré escribiendo “sólo”
o “solo” porque para mí si hay una
diferencia entre la una y la otra, con lo de los adverbios (sufijos mente) trato de no abusar, intento
mejorar. Que si antes era k ahora es q, que si algunas veces los días y meses
del año van en mayúscula y la mayoría en minúsculas y ese tipo de cosas,
¿alguien se pone a pensar lo tedioso que son los cambios? Recuerdo que tiempo
atrás todo nombre propio no sólo de personas se escribía con mayúscula. Sé que
a nadie le gustan los cambios y como dije menos a quien está acostumbrado a su
“zona de confort” así que no es que esté desactualizada es sencillamente como
decía el buen Jaimito el cartero “quiero evitar la fatiga” porque no es fácil
escribir, editar, corregir y volver a escribir y volver a editar y corregir
cuando todo lo hace una sola persona y lo dice alguien que reconoce sus errores
porque es eso lo que hace crecer. Soy irreverente lo sé, me gustan las cosas a
mi modo, no es que no tome consejos, al contrario, los valoro mucho pero soy
algo difícil de impresionar, por eso yo misma hago las cosas y mientras no
tenga un editor a mis espaldas o una editorial que me represente y me obligue a
seguir normas seguiré escribiendo como lo he hecho hasta ahora, al menos es mi
esfuerzo y sé que deberé hacerlo aún más porque no es suficiente. ¿Conoces mi
estilo al escribir? ¿Has leído mis libros? Como dice mi querido Jack Sparrow: “ese soy yo, el único y original” ¿Y
acaso no es ese el sello de cada autor?
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