miércoles, 3 de agosto de 2016

Las locaciones de ambiente en las novelas


¿Te ha pasado que tienes una historia ya lista para comenzar a escribir pero tienes el dilema de dónde ambientarla? ¿Contemporánea o histórica? ¿En América o Europa? O en ambos continentes pero el dilema es el mismo ¿Dónde ubico a mis protas? ¿Qué son las “ciudades clichés”?
No es lo mismo a que tengas en mente un castillo medieval, una mansión de arquitectura griega, una residencia minimalista o una acogedora cabaña lejos de la civilización, a decir ¿pero y donde los pongo? Lo que acabo de mencionar es sólo el ambiente, donde está cada cosa es la locación y nótese la diferencia, una cosa es que quiera escribir por ejemplo sobre Londres pero ¿y qué hay en Londres? Como ven Londres es la locación, lo que yo encuentre en la ciudad es mi ambiente.
Pues bien, yo gracias a Dios no me peleo tanto conmigo misma por eso ya que generalmente tengo primero el lugar y luego la historia por lo que todo se me hace más fácil sin caer en esas molestas indecisiones y  respondiendo a la pregunta, las “ciudades clichés” no son otras más que las mismas que te encuentras en la mayoría de los libros, esas que todo el mundo las usa y que de verdad ya están cansado. ¿Qué no hay más lugares para ambientar? Como lo dije en un artículo para la revista meses atrás ¿habrá que inventarse otro planeta? Lugares, locaciones, nombres que si fulana los usó yo también pero lo mejoro (nótese que puede haber un tipo de competencia) pero no vengo a entrar en controversia porque el tema de las copias y usar lo mismo es otro, yo vengo a hablar sobre las locaciones y el ambiente en las novelas.
Admiro a las autoras que basan sus novelas en su país y hasta ciudad de origen, eso es algo original porque como lo hablaba con una persona por naturaleza y herencia “somos consumistas de lo extranjero” y eso no nos hace buenos patriotas porque rara vez buscamos “lo hecho en casa” como dice un eslogan acá en mi país, así que como escritores es más fácil ubicarnos en lugares sofisticados como una gran metrópolis o en lugares llenos de historia como lo es el viejo mundo, al momento de querer tejer una historia.

Esta fotografía la encontré mucho tiempo después de escribir el primer libro.







Volviendo a mi experiencia en mi caso no siempre es así, no siempre tuve primero la locación y como novata obviamente me pasó con mi primera novela “El Príncipe de Bórdovar” de Ocaso y Amanecer porque tenía personajes aunque en el limbo pero lo que pasó aquí tiene justificación; un sueño fugaz a plena mañana en donde yo me veía en determinado lugar pero al despertar mi problema era que no sabía dónde había estado, retenía todo en mi cabeza, el cielo azul, las montañas, ese río que me heló hasta las rodillas y ese panorama que me parecía tan precioso pero con el dolor de cabeza de no saber a ciencia cierta donde era y en qué época ya que yo misma usaba un vestido largo que estaba sujetando para no mojarlo. Todo ese santo día entre compromisos familiares (porque para colmo fue sábado) tenía ese sueño en mi cabeza y debía hacer una proeza para no olvidar ni un detalle del mismo, eso me sirvió para decidir que definitivamente el paisaje no era aquí en América ni tampoco en una época actual ya que hasta monté a caballo, no sé por qué me enfrasqué en que debía ser Europa, estaba con esa necedad pero también estaba en el mismo dilema ¿Dónde?
Para colmo recuerdo que para ese tiempo aunque tenía la computadora no tenía internet fijo, debía de comprar planes a través de un módem si deseaba navegar y ponerme a buscar más que investigar y eso requería bastante tiempo (tiempo que obvio el módem se iba comiendo como Pacman y ver una cuenta regresiva a mí me estresa) así que para comenzar me ayudé de un atlas (libro impreso) y me enfoqué en Europa, también me ayudé de mis indispensables diccionarios ilustrados y haciendo un borrador en papel de lo que había visto en mi sueño me puse a trabajar. Según las montañas y el paisaje que recordaba bien podía ubicarme por ejemplo en Suiza o Austria e imaginar que pude haber tenido el privilegio de meter mis pies en las aguas del Danubio, no estaba mal la idea, ahora tenía que ver cómo encajaba lo del caballo, lo de un extraño pueblo algo medieval por el que había cruzado y algo muy pero muy importante, en sí lo que más me importó del sueño, él, sí, él, él y sólo él, recuerdo que lo primero que vi fueron sus manos cuando me ayudó a salir del agua, lo escuché hablar pero no recuerdo qué (pero qué voz) el caso es que al sólo ver la perfección de sus manos no quise verle la cara porque sabía que iba a enamorarme pero eso no me impidió notar su cuerpo, su altura, su cabello negro a los hombros (eso lo hice un momento que él estaba de espaldas) y la extraña ropa que usaba también le quedaba muy bien, el caso es que me parecía perfecto aún sin verle la cara, pero bueno no vine a hablar de él sino del paisaje, todo eso me puso a pensar ¿Qué fue lo que soñé? ¿Dónde estuve y con quién? El atlas no me mostraba mucho sobre fotografías de las ciudades sino de su geografía y eso comenzó a frustrarme, decidí volver al borrador que había escrito y sin quebrarme tanto la cabeza decidí entonces inventar el lugar, lo demás se fue dando poco a poco hasta adquirir forma, ¿se dan cuenta de lo que hice? ¡Me inventé un lugar donde ambientar mi historia! Luego entendí que eso suponía un reto, algo que hasta la fecha he llevado con calma.
 
El tema de la ambientación de una novela puede causar muchas indecisiones por lo que también un desgaste físico y no sólo de tiempo porque antes que nada tienes que “investigarlo y conocerlo” para no escribir algo que no encaje aunque la historia sea contemporánea, mi ventaja es que he creado un reino, un reino que sólo yo conozco y en el que nadie me va a venir a decir “eso está mal o eso no concuerda” porque he creado un reino no sólo geográficamente sino con su historia, mitos y leyendas, con sus estados y nombres propios creados por mí y hasta con el árbol genealógico de sus monarcas desde la fundación del mismo, es por eso que la historia de Ocaso y Amanecer juega con el pasado y con el presente. Ahora bien algo muy distinto es la serie de mis chicas Warren.
The Trump Tower o el Navy Pier son algunos mencionados en el libro

No sólo porque la historia es netamente contemporánea sino porque si está ambientada en lugares reales y no ficticios, así que por ejemplo para el primer libro de Minerva decidí que la protagonista debía ser de una ciudad no tan grande pero si una ciudad que fuera prácticamente el sello de ella y sus hermanas por lo que paseando por el estado de California (en la red) me fui enamorando de la ciudad de Ontario, comencé a averiguar todo de la ciudad, (lugares, calles, avenidas, restaurantes, etc…) y fue allí donde decidí que mis chicas iban a residir, una ciudad muy bonita, tranquila y a menos de una hora de la ciudad de Los Ángeles lo que me pareció perfecta. Ahora viene mi prota, a Rick lo quise situar en otra ciudad y no muy cerca de California, me puse otra vez con el atlas a ver las distancias de punta a punta con otras ciudades y les confieso que en primera instancia quise ponerlo en Boston, pero igual me sirvió para que él fuera de allí, luego me vine más abajo y fue donde encontré la preciosa Chicago y su majestuoso Michigan, leí un poco sobre lo que decía de la ciudad y ya teniendo internet fijo entonces me puse a averiguar más a fondo, me empapé de lugares, calles, edificios, y me dije aquí es donde estará mi prota (como leyeron en el libro menciono varios lugares de la ciudad) y ahora sí ya teniendo dos escenarios reales y que aprendí a conocer entonces el escribir la historia fue mucho más fácil. 


Como la historia me resultó ser una serie al menos ya tenía mi base para continuar y esa es la ciudad de mis chicas, Ontario, cuando le tocó el turno a Ariadna, tuve que volver a Europa porque la historia de ella se centra en el viejo mundo, investigué lo mismo, ciudades, museos, hoteles, calles, avenidas, aeropuertos y hasta los horarios reales de llegada y salida de los vuelos y las aerolíneas disponibles según mi trama porque siendo una historia actual no puede resultar incongruente y todo eso que conocí quise que se viera reflejado en la historia.


Con “Quiero que seas Mío” que nació a finales del 2012 si quise algo diferente y para eso me ubiqué como leen en el prólogo en Escocia, luego en España y como ven el prota italiano quise que fuera originario de la Toscana por ser empresario de vinos, el resto de la historia ya la conocen porque recién está ya publicada de forma completa, aquí quise que el lector estuviera en cuatro escenarios diferentes y a través del tiempo lo que llevó un proceso por la parte histórica. Inglaterra, España, Escocia e Italia son las locaciones de esta historia aparte de una breve aparición sobre Grecia y la isla de Corfú que quienes habrán leído saben de qué trata.


Con El Broche si me llevó algo más de tiempo decidirme porque en primera instancia lo quería en Nueva Orleans, igual quienes leyeron saben que los protas terminan volando hacia allá, pero no sé por qué estudiando algo sobre la historia de la guerra civil norteamericana me decidí por Richmond, en el estado de Virginia y fue de allí donde arranqué obviamente con el antecedente de conocer la ciudad y algo de su historia, igual el prota como siempre europeo y lo quise inglés para que se sintiera más atraído por la historia norteamericana como buen periodista.

Como ven yo no me complico la vida en cuanto a decidir la locación de mis novelas aunque tampoco se trata de escoger lo primero que tengas a la mano, eso no, la ambientación es tan importante como la historia misma porque también determina a los protagonistas pero como consejo te sugiero que no abuses en las descripciones al momento de escribir, es cierto que son importantes pero en su medida, eso puede ser relevante tratándose de mundos desconocidos pero no con los reales, con media página para describir algo de la ciudad o máximo una es suficiente porque siempre hay quien ya conozca el lugar y eso no sea importante para él a menos que sea por mera ubicación, puedes describir las avenidas y los edificios que rodean, uno que otro lugar de interés como un parque, museo u hotel pero no te pongas a contar los pájaros que vuelan por el cielo esa tarde, o describas minuciosamente el tipo de material con que construyeron los edificios, o el tipo de hilo con que se tejieron las alfombras que adornan el hotel ni tampoco te conviertas en un catálogo dándole tanta publicidad a las marcas de moda, perfumes o zapatos porque se te ocurrió pasar por un mall y que tu prota hiciera una lista mental de lo que le hace falta, esto último no está mal pero encontrarte cada cinco minutos de lectura con que si Channel, o que si Victoria’s Secret, o que si Dolce & Gabbana ¡¡por favor!! … y ya me salí del tema porque por lo menos a mí no me pagan por la publicidad, esto de las descripciones lo dejo para otro post, una cosa es describir un mundo propio como Narnia, La Tierra Media o Westeros que si se desea dar a conocer para captar la atención del lector por ser lugares “desconocidos e imaginarios” pero si te vas a poner a contar con detalles por ejemplo hasta cuantas ventanas y tipo de cristal tiene el Empire State sencillamente es para dejar el libro porque quien ha conocido el edificio eso no le interesa. Ojo con las descripciones “de relleno” eso lo hablaré después.
Pero volviendo al tema. ¿Te cuesta ubicar una ambientación real para tu novela? ¿Qué tienes primero? ¿La historia o la locación?

Hasta la próxima. 







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